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El festival tuvo un cierre para la historia

Antonio E. Silveyra | viernes, enero 15, 2010 |

Entre lo tradicional y la renovación la chamarrita hizo vibrar a Diamante

La última noche del Festival de Diamante, no estaba programada así. El campeonato nacional de jineteadas en categorías basto con encimera y clinas, debía realizarse, como ocurre todos los años el día lunes. La actuación de Abel Pintos se había anunciado para el martes cinco, es decir en la jornada inaugural, y “Sueños del Norte” era el penúltimo grupo en el bloque final del sábado nueve. Para el martes, los organizadores habían apostado al espectáculo “De raza Chamarritera” y al show de Marcela Morello. 

Pero para bien o para mal, muchas veces, en un mega evento como el de Diamante que se realiza durante ocho noches, convergen situaciones no deseadas que obligan a introducir cambios. La lluvia del martes que interrumpió la programación cuando apenas se había cumplido una hora de su desarrollo y la del sábado que privó de la quinta luna al festival, mas la fuerte tormenta que azotó a la ciudad en la madrugada del martes, cambiaron las cosas.



Sin querer, se armó una mixtura que preocupó a muchos, inclusive a gente con larga experiencia en el armado artístico del festival. Nadie podía imaginar que la lluvia y el viento modelaban una diversidad en la que fecundó una fórmula perfecta.

Pero hasta que los resultados no se pusieron en evidencia, las razones de preocupación cobraban fuerza. Abel Pintos ya había sufrido años atrás la impaciencia de quienes pedían con una ensordecedora silbatina que terminara su recital para dar paso a las jinetadas. Lo mismo había tenido que soportar Raly Barrionuevo y hasta el Diamantino Carlos Santamaría. Para colmo, por primera vez en una historia de treinta y nueve años se presentaría una cantante que no es “del palo”. Semejante transgresión a las fórmulas ortodoxas metía miedo.

Marcela Morello es baladista, y aunque fue una de las cantantes convocadas por Mercedes Sosa a su obra “Cantora”, nadie podía garantizar que el salto sin red no tendría fallas. “Que suba con el charango que es un instrumento folklórico”, llegó a implorar un integrante de la comisión. Para colmo, “Jamás te olvidaré”, tema que Marcela Morello hizo a dueto con la tucumana, estaba en el lugar número doce de su rutina.

¿Cómo sería la convivencia de ese público tan variado? Ese era el gran interrogante. Entre las miles de personas que colmaron las plateas y las tribunas del predio Martín Fierro, estaban los amantes de las jineteadas que ejercen una hegemonía que más de una vez se hizo escuchar en el campo “Martín Fierro”.

En el mismo espacio, adolescentes y jóvenes sostenían carteles con expresiones de admiración y afecto que preparaban para mostrarle a Abel Pintos, muchos de los cuales, a excepción de la juventud de Diamante que representa un fenómeno producto del mismo festival, pocas veces, o nunca, habían escuchado una chamarrita. El público de Marcela Morello no se hacía notar, pero estaba allí, con rostro de asombro por la magnitud del espectáculo. Una de las tribunas estaba “tomada” por esos jóvenes que sí saben, conocen y aman el sonido chamarritero que ingresó a nuestra provincia desde las Islas Azores y estaban allí para hacerle el aguante a “La raza chamarritera” y a “Sueños del Norte” con el popular “Pappeti”, el único cantor capaz de “bancarse” un cierre sin que nadie se vaya del anfiteatro.

Sin margen para cambiar nada, y tras realizarse la final de las jineteadas, el escenario recibió al Ballet “Amigos del Volga” de Aldea Protestante que dio lugar luego a un ignoto cantor nacido en el Chaco y radicado en Tierra del Fuego. De inmediato se cumplió con la tradicional ceremonia de premiación de los jinetes campeones y de la mejor tropilla. Allí, Miguel Gómez, uno de los animadores del espectáculo de destreza criolla, dijo, entre otras cosas que “las jineteadas de Diamante son las mejores del país porque aquí no viene cualquier jinete ni cualquier tropillero. Para aspirar a ser partícipe de éste festival hay que tener probados méritos”, enfatizó. El dato no es menor ya que pone en evidencia el celo de los organizadores en garantizar jerarquía a ese espectáculo y el mismo criterio debería aplicarse para el escenario mayor, donde hubo algunos músicos y cantores que carecen del nivel que exige un festival de la magnitud que tiene Diamante desde sus inicios.

Tras la actuación individual de Néstor Cuestas quien junto a su hermano Rubén mostró la identidad musical de Entre Ríos en todo el país, llegó al escenario la propuesta “De raza chamarritera” que, por inicitiva precisamente de Néstor Cuestas, reúne a Los Musiqueros Enterrianos, Los Ches, Diana Zapata, Los del Gualeyán, Las Voces de Montiel y Los Chamarriteros. Fue sencillamente emocionante. Por lejos la mayor ovación del Festival. El público de todas las edades dejó de lado la diversidad y se entregó seducido por ese ritmo en una expresión unánime de aplausos que hizo vibrar al anfiteatro con miles de personas de pie. La chamarrita, cadenciosa y alegre fue subiendo entre ese río de gente para imponerse victoriosa entre lo tradicional y la renovación mostrándose revitalizada en ese espacio donde está la matriz misma de su vuelo.

Abel Pintos cantó. Lo mismo hizo Marcela Morello. Las canciones de ambos artistas fueron también celebradas con entusiasmo por la gente, pero cuando los fuegos cobraron altura para anunciar que la fiesta había terminado, la chamarrita se metió sonriente en las faldas de esas islas pobladas de trinos, de espineles y sufridos pescadores, de canoa y remo para celebrar en la geografía fluvial, la conquista de un género que se mantiene vivo. 


(análisis digital)

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