ADIOS, CACHENCHO
Como un niño inocente era el paisano
nacido en la “república” vecina.
Se convirtió en un duende para todos
y el pueblo lo paseó por cada esquina.
Un peón de campo, de palabra escasa,
ardió en su sangre luz chamamecera.
Del chamamé cautivo en cuerpo y alma,
sin descanso bailó noches enteras.
Ayer su corazón se despedía
Del arroyo, del cielo, de las plantas.
¿Qué pensamientos tuvo pecho adentro
Al pasar por el predio de bailantas?
Músicos y cantores populares
lo venían nombrando en sus canciones.
En el momento de la despedida
lo abrazaron guitarras y acordeones.
Arreando va su alma hacia otro pago,
busca tal vez alguna antigua senda.
En el “país de los chamameceros”
Cachencho Federal se hizo leyenda.
Miguel Carlos González
Santa Fe- junio de 2018
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